Qué es un Plan de Contingencia por Covid-19 y, sobre todo, cómo sacar provecho de él

La situación provocada por la irrupción del Covid-19 ha desatado una convulsión en nuestras vidas, tanto a nivel personal como profesional.

El paradigma anterior se desmorona, y ante nosotros se presenta una situación de crisis e incertidumbre que desembocará en un Nuevo paradigma (o Nueva normalidad) del que tenemos innumerables conjeturas y muy pocas certezas.

El cambio de paradigma inmediato, o vuelta al trabajo, ha de venir tutelado por un Plan de Contingencia. Un Plan de Contingencia es, por tanto, un conjunto de procedimientos alternativos a las condiciones operativas normales de la organización. Es decir, la situación ha cambiado de forma drástica y, por tanto, tenemos que adaptar lo más rápido posible nuestra forma de trabajar a ella.

En la actualidad, disponer de un Plan de Contingencia viene impuesto por la irrupción de un fenómeno aleatorio como es una enfermedad contagiosa que ha alterado de forma drástica nuestras prioridades.

¿Podemos, por tanto, considerar que el entorno ha cambiado? Sí y no; ya estábamos en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), pero la irrupción de la Covid-19, en todo caso ha hecho de catalizador y puesto en evidencia de forma dramática su existencia. Posiblemente suponga la toma de conciencia definitiva del entorno en el que llevamos desde hace ya años.

¿Qué aplicación tiene un Plan de Contingencia en un entorno VUCA?

Un Plan de Contingencia necesita para su subsistencia que “algo salga mal”, lo cual es frecuente en un entorno VUCA. Por tanto, como ha cambiado drásticamente la situación (a causa de la aparición del Covid-19), debemos elaborar el Plan de Contingencia, aplicarlo y, cuando volvamos a la normalidad, archivarlo.

El efecto inmediato sería incurrir en dos mudas: sobreproducción y desaprovechamiento de talento. Podemos añadir otro desperdicio intangible: Pérdida de oportunidades.

La Covid-19 ha producido un impacto global en toda la sociedad. Las necesidades han cambiado de forma drástica, la conciencia del entorno volátil es máxima. La percepción de la salud se ha visto magnificada. La oportunidad para medrar nuestra Cultura en Seguridad y Salud es única.

Para ello, nuestro Plan de Contingencia necesita contemplar, además de lo que puede salir mal, lo que sale habitualmente bien. Es decir, tener en cuenta el factor humano en la organización del Plan.

¿Es, de hecho, realista un Plan de Contingencia que ignore el comportamiento de los trabajadores? Si no se tiene en cuenta que la gente comete errores, que las conductas individuales son influenciables, no se da importancia a la respuesta al fallo, ¿cómo aseguramos que, por ejemplo, el personal lleve mascarilla en las áreas en que es obligatoria?

Todos los fundamentos anteriores nacen de un enfoque de la Cultura de Seguridad: HOP. Es decir, edificar nuestra Cultura preventiva considerando el ser humano como parte fundamental de la misma.

¿Por qué considerar el error humano? Vivimos en un entorno en el que necesitamos resiliencia para adaptarnos a los continuos cambios, considerar lo posible además de lo probable. Con una Cultura Preventiva en clave HOP, el foco es evitar las consecuencias de los fallos y accidentes, inevitables en cualquier entorno, y más en un entorno VUCA.

Fuente

prevenblog.com